domingo, marzo 17, 2019

Kenko Yoshida: La humildad y la impermanencia

Que difícil es evitar alguna de las tres clases de locura que menciona Kenko. Más de lo que parece. Pero conviene pensar en ello de cuando en cuando.
"Qué locura es dejarse llevar por el deseo de fama y por el interés y pasar la vida sin tener paz y descanso. Cuantas más riquezas tengamos, tanto más descuidaremos la vida. La abundancia tiende a atraer sobre sí desastres y calamidades. Aunque dejemos, al morir, una enorme cantidad de oro, con esto sólo causaremos molestias y disgustos a nuestros herederos. Los placeres que alegran a los mentecatos son insípidos. A los ojos de las personas juiciosas, los carruajes espaciosos, los caballos rollizos y los adornos de oro y plata son todos cosas vanas. Aquel que se deje llevar por los intereses humanos es un fatuo de primera clase. El querer dejar detrás de si una reputación que dure por los siglos es algo que, ciertamente, todos desean. Pero ¿acaso se puede decir que las personas que ocupan puestos destacados son personas excelentes?. Hay personas sin talento que tienen una posición elevada y viven en la abundancia, sólo porque nacieron en una familia ilustre, les ayudaron los tiempos o por los avatares de la vida. Pero también hay muchos sabios que prefieren una vida humilde y terminan sus días sin recibir las bendiciones de la fortuna. La avidez por cargos y puestos elevados es la segunda clase de locura.
Todos queremos dejar en este mundo fama de Ciencia y Virtud, pero, si lo consideramos bien, lo que vamos buscando es el placer de oír las alabanzas. Sin embargo, los días de estancia en este mundo, tanto de los que nos alaban como de los que nos vituperan, son bien breves. Además, las críticas acompañan a la reputación y, después de muertos, de poco nos servirá la fama. El que la desee sigue a los anteriores en locura [...] El que vagando por el mar de la duda, ansíe la fama, el reconocimiento y el interés propios, solo recogerá engaño, deseos y sufrimientos. Todo es ilusorio. No vale la pena ni discutir ni desear nada.
"
- Kenko Yoshida. Tsurezuregusa (Ocurrencias de un ocioso). En torno al año 1340

A Kenko le recordamos, muy a su pesar, e involuntariamente, pues el Tsurezuregusa fue publicado póstumamente, al encontrar sus amigos el manuscrito en su cabaña. 

Kenko Yoshida me parece un poco una versión oriental y amable del Epicteto que no tenía ni puerta en su cabaña, pues todo en el mundo es temporal e imperecedero, el Epícteto que nos recordaba que:
Hay esclavos grandes y los hay pequeños. Los pequeños son los que se dejan esclavizar por cosas nimias, como banquetes, hospedajes y subvenciones. Los grandes son los que se dejan esclavizar por un consulado o el gobierno de una provincia. Todos los días ves esclavos ante los cuales andan lictores llevando haces [fascias], y éstos son más esclavos que los otros. 
y que:
¿crees que serías dichoso si vieras colmados tus deseos? ¡que equivocación, amigo!. Apenas te vieras en posesión de lo que ardientemente deseas, serías víctima de nuevas zozobras, pesares, disgustos, temores y deseos. 

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